la musica es el arte que más se identifica con DIOS.

BLOG de Juan Yáñez dedicado a la música. Para entendernos mejor, hablemos musicalmente...

sábado, 23 de julio de 2016

El violin, Kyung-Wha Chung


Los grandes músicos y sus instrumentos.

Famosa en todo el mundo por sus cálidas y expresivas interpretaciones del repertorio clásico, Kyung-Wha Chung es una de las violinistas más respetadas de la actualidad. Hablamos con ella sobre su instrumento y nos descubre los secretos de su arte.

Entrevista

-Usted interpretó el concierto para violin de Mendelssohn en Seúl, su ciudad natal a los 9 años. ¿Tuvo que tener mucha perseverancia para tocar el violín siendo niña? 

No. Toqué el piano durante dos años y no me gustó. Pero los progresos con el violín fueron inmediatos; en tan solo dos semanas podía tocar todas las canciones que se me venían a la cabeza.
No fue una experiencia incómoda, sinó un encuentro maravilloso. Me encantaba tocar delante de la gente.

-¿Tuvo algún violinista de modelo?

No, porque en la Corea de los años cincuenta no podía ir a conciertos. Conseguí algunos dioscos de David Oistrakh, Jascha Heifetz y Fritz Kreisler. Soñaba con tocar tan bien algún día, pero nunca he querido ser como alguien. Me gustava tocar el violín, eso es todo. Uno de mis profesores producía un sonido maravilloso que si me inspiraba de verdad. Tocaba todo el repertorio para mi, y fue cuando me di cuenta de lo que se podía hacer con un violín. Pero cuando me fui a América para estudiar en la Julliard School de Nueva York me volví loca con Heifetz y con el CVuarteto Budapest tocando música de cámara.

-Tras años tocando, ¿ hay algo que le gustaría hacer?

 Bueno, he hecho tan poco… ¡El repertorio es tan amplio! Lo más seguro es que yo no sea una artista capaz de tener un repertorio tan amplio, ni un gran número de grabaciones, porque me cuesta años tener la confianza suficiente para entrar en un estudio para grabar una pieza. Tengo que estar convencida de lo que quiero expresar, por eso soy tan poco productiva en ese aspecto.  Pero siempre me sorprende que mis discos sean tan bien recibidos, porque para mi son como un parto muy doloroso. Ahora mi actitud no es tan drástica, pero prefiero poner toda mi energía en la música de cámara.

-Su primer disco, los conciertos de Tchaikovski y Sibelius, lo grabó con un Stradivarius, pero ahora toca con un Guarnieri. ¿Porqué ese cambio?

De repente me desacostumbré al sonido del Stradivarius, tan brillante y bello. Necesitaba algo completamente diferente. Mi profesor en Julliard Ivá Galamian, me dijo que se vendía un Gurnieri; lo probé durante media hora y desde entonces toco con él. Es fenomenal, tiene de todo; todavía estoy intentando descubrir  su sonido personal y su carácter, su inmensa variedad de expresión;  es más sensible, requiere mucha mano izquierda. Pero el ajuste y la nostalgia a los que me ido acostumbrando son increíbles.

-¿Qué importancia tiene el arco?

Mucha, pero hay que saber distinguir de uno bueno y uno malo. He utilizado un Adam durante 25 años, pero ahoro utilizo un Tourte, un arco hecho por el “Stradivarius del arco”, Francois Tourte, en 1875. Este lo utilizo para música de cámara y para Bach sin acompañamiento, porque produce un soni más ligero. La tensión es algo personal, algo que me cuesta dominar cuando viajo, la humedad de Inglaterra, por ejemplo, hace que el arco se extienda, de forma que tiene una tensión completamente distinta.  Es horrible llegar a una ciudad para un concierto y encontrarte que tienes el pelo demasiado suelto.

Nota de Barbara Hammond. Publicada en la revista  Audioclasica Nº 20 (1996)
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Datos sobre Kyung-Wha Chung

Nacida en Corea en 1948. Empezó a tocar a los siete años. Recibió clases particulares y, desde los trece años en la Julliard School de Nueva York. Tocó el concierto de Mendelssohn a los 9 años y debutó en Nueva York a los veinte. Su debut europeo con la Sinfónica de Londres, llegó dos años después. En 1972 el gobierno de Corea del Sur le concedió su más alta condecoración, la Medalla del Mérito Civil.

lunes, 4 de julio de 2016

Sinfónica Simón Bolívar reconocida embajadora de la transformación social


Génesis Acevedo  en Gente de mi pueblo, Noticias. 25.06.2016

                                        La Sinfónica Simón Bolívar se despidió de la Ciudad de México con un concierto al aire libre, que congregó a miles de personas que residen en una de las comunidades más desfavorecidas de la capital mexicana. La Explanada de Iztapalapa, situada en la Delegación de Iztacalco, sirvió de escenario para que los músicos venezolanos, bajo la dirección de Diego Matheuz, lograran el acto de magia que permite la música, cuando es tocada desde el corazón. Nuevamente los artistas fueron ovacionados y reconocidos como embajadores del mensaje de transformación social que el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela lleva alrededor del mundo.
Con gran entusiasmo, los asistentes buscaron sus asientos desde tempranas horas del pasado sábado 25 de junio, para disfrutar de la última actuación de esta orquesta pionera de El Sistema, que luego de más de 20 años, se reencontró con el público azteca entre conciertos y actividades educativas. Familias enteras, numerosas madres con sus niños y hasta personajes de las artes callejeras se acomodaron en las sillas dispuestas por la Secretaría de Cultura de Ciudad de México, para escuchar el repertorio, esencialmente latinoamericano, preparado para esta presentación al aire libre.
Los músicos fueron recibidos con mucha alegría. Algunos admiradores, que ya habían estado en los conciertos ofrecidos en el Auditorio Nacional (23 de junio) y en la Sala Silvestre Revueltas (24 de junio), decidieron seguirles el paso, y se trasladaron hasta el Este de la capital mexicana, para seguir escuchando las obras del programa de esta gira internacional. Algunos selfies y firmas de autógrafos precedieron la jornada musical, que se celebró a pesar de la lluvia que cayó sobre Iztapalapa.
Grand Fanfare, de Giancarlo Castro, abrió la ejecución. La métrica de esta composición calentó los ánimos rápidamente, dando paso a la interpretación de la Suite margariteña. Los refrescantes acordes de la obra de Inocente Carreño trajeron una nueva tanda de aplausos para la orquesta, que continuó del mismo modo con  la Suite de Ballet La estancia, de Alberto Ginastera, y Sensemayá, de Silvestre Revueltas. Estas dos últimas obras dejaron la mesa servida para los bises que, como ya es costumbre, el público recibe como parte del agradecimiento de los músicos venezolanos.
Nuevas emociones afloraron con la obra sinfónica de José Pablo Moncayo, Huapango, ante la cual los mexicanos dejan ver toda la dimensión de su identidad cultural, y con el popurrí Aires de Venezuela, de José Terencio Silva, con la que se agitaron de manera enérgica las banderas de nuestro país.
Una nueva ovación puso fin al concierto y dio paso a los reconocimientos oficiales de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México. Tras recibir rosas blancas de parte de un grupo de niños de Iztapalapa, los músicos de la SSB decidieron obsequiarlas a los espectadores, como un gesto al cariño y admiración recibida durante esta visita artística y educativa.
La presentación de la Sinfónica Simón Bolívar en la Ciudad de México forma parte de las actividades de proyección internacional y de la misión multiplicadora de transformación social del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, cuyo órgano rector es la Fundación Musical Simón Bolívar, adscrita al Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia y Seguimiento de Gestión de Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.
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Fuente Prensa FundaMusical Bolívar