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domingo, 10 de junio de 2012

La orquesta multicultural de Iguazú en Concierto, otra maravilla en Cataratas



Más de 700 chicos del los cinco continentes participaron de la tercera edición de "Iguazú en concierto", el impresionante festival de orquestas infanto juveniles que cerró el sábado.
POR IVANNA SOTO -  CLARÍN Enviada especial a Iguazú


OCTAVA MARAVILLA. El epílogo de la tercera edición de Iguazú en Concierto, al pie de las Cataratas.


Tras una seguidilla de días nublados, el sábado salió el sol en Iguazú. No podía aguarse la fiesta de la inauguración oficial de Cataratas como una de las siete maravillas del mundo y mucho menos frustrarse el majestuoso epílogo de la tercera edición de Iguazú en concierto, con 700 chicos de todo el mundo tocando y cantando en el escenario del Parque Nacional. Con músicos de Argentina, Paraguay, Brasil, Trinidad y Tobago, Ecuador, Estados Unidos, Francia, Rusia, Angola, China, Corea y Australia, en ese marco paradisíaco, la belleza de Cataratas fue también musical.
No es casualidad que la temática del gran concierto final del festival se haya inspirado en clásicos cinematográficos, ya que el padrino de esta edición fue nada menos que Gustavo Santaolalla, dos veces ganador del premio Oscar por su labor de compositor musical. "La música se maneja con melodías, ritmos y sonidos, y la vida en general también se maneja así", dijo Santaolalla. Así, mientras caía noche sobre la explanada del Hotel Sheraton, al ritmo de las cataratas se sumó un repertorio de películas: desde Fantasía, Perfume de mujer, El padrino, La pantera rosa, Titanic,Diarios de motocicleta -"De Ushuaia a la Quiaca", con Santaolalla como solista- yPiratas del Caribe, entre otras. Todo luego de cinco noches ininterrumpidas de conciertos en anfiteatros y hoteles, con entrada libre y gratuita, hasta llegar al magnífico concierto desplegado sobre la tierra colorada frente a la nueva séptima maravilla del mundo.
Para la selección, Andrea Merenzon, directora artística del festival, escuchó orquestas, coros y solistas en vivo y en directo, y muchos otros vía Youtube. Y el resultado fue espectacular. "Todos tienen que tener muy buen nivel y algún toque atractivo que tenga que ver con la multiculturalidad que enriquezca el festival", explicó. Una vuelta de tuerca respecto del año pasado hacia una selección multiracial. Así, aclaró, este festival no es de orquesta infanto-juvenil, sino una mezcla con un festival de world music, ya que el objetivo es mostrar a través de los niños las músicas de diferentes regiones.
"La música es una herramienta de contención más allá de las condiciones sociales de los chicos", aseguró Merenzon, integrante de la orquesta Filarmónica del Teatro Colón de Buenos Aires desde 1987, que colabora con distintos proyectos sociales de inclusión desde la música. De ahí que sean muchas las orquestas gestadas con fines sociales. Entre ellas se destaca la Orquesta Nacional Infantil del Sistema de Orquestas Infanto Juveniles de Argentina (SOIJAr), que promueve el sistema de creación de orquestas como herramienta de educación y promoción sociocultural en distintas provincias del país, inspirado en el modelo venezolano gestado por José Abreu hace tres décadas. "Ya es parte de mi vida y es lo que voy a ser en el futuro" dijo Iván Gutiérrez, que toca la viola en la Orquesta Juvenil de Jujuy, parte del SOIJAr.
También se lucieron los Grillitos Sinfónicos, orquesta anfitriona creada en 2003 en Posadas como iniciativa de un grupo de padres que quería que sus hijos tocaran el violín. Hoy son 250 chicos los que integran la orquesta y al festival vinieron los de la juvenil, con chicos de entre 9 y 18 años. "La música es un lenguaje universal. Te hace sentir emociones que otras cosas no te hacen sentir", explicó Mauro Manuel Alvarenga, de 18 años, que toca hace cinco años como contrabajista.
Otro grupo destacado fue el seleccionado de 45 jóvenes de entre 10 y 18 años representantes de la Orquestra de Cordas Instituto Grupo Pão de Açúcar, surgido de la compañía de supermercados que por el '99 preguntó a sus trabajadores qué les gustaría que hicieran sus hijos. La respuesta unánime fue "música". De modo que consiguieron profesores que enseñaran a mucha gente junta y dieron con el método Jaffé, creado por el violinista Alberto Jaffé. Ya existía el método Suzuki, para grupos pequeños y un instrumento, pero Jaffé soñaba con una orquesta que tocara junta desde la primera nota. Así fue cómo empezó a experimentar allá por 1974, creó su propio método y funcionó. Durante dos años se enseña el instrumento en un grupo de 45 chicos, que no se lo llevan a su casa ni toman clases particulares. Van a clases dos veces por semana y dos veces más cuando forman parte de la orquesta. Así lo contó la heredera Renata Jaffé, directora artística de la orquesta, que perpetúa el método en su tercera generación. Daniel Misiuk, director de la orquesta, es su marido, y juntos tienen un hijo, Leonardo Jaffé, de 14 años, invitado como solista para tocar el violín.
"La música es muy importante para mí. Me da muchas cosas en la vida y soy más sensible con las personas", contó Esmael Da Costa, un angolense de 15 años que toca el violín. Resulta que este chico es parte de la Kaposoka Orquestra Sinfónica, integrada por chicos muy pobres. La iniciativa en este caso es estatal. De lunes a sábados les dan alimentación, vestuario y educación sostenida y el domingo vuelven a vestirse con su ropa, duermen en el lugar donde viven y comen o no comen dependiendo de las condiciones familiares. "Es una vuelta a la realidad y también una forma de que los chicos comprendan que con el estudio van a tener una mejor calidad de vida", explicó Merenzon.
De Rusia explotó el S.W.I.M. Jazz Quartet, integrado por cuatro estudiantes de la Escuela de Jazz "Kim Nazaretov" para menores de 15 años, única en Europa. Sergey, Wlad, Ilya y Mikhail, de 13 y 14 años, llevan tocando juntos más de seis años. "La música es todo para mí", cuenta Ilya, que compró a un público de más de tres mil personas en el concierto al aire libre que se llevó a cabo en el anfiteatro local con su virtuosismo en la batería, teclado y trompeta que sobrepasa las definiciones. (Ver video)
Además de orquestas, el Festival contó con la participación de coros y solistas. De Argentina, se destacaron los rosarinos Guido Gavazza, de 13 años, un virtuoso del bandoneón, y Manuel Martínez, de 14, un pianista especializado en teclado en pos de ir hacia géneros como el jazz y el tango. El sábado tocaron juntos el clásico argentino "Por una cabeza" y "La Bamba". Cuenta la anécdota que cuando Manuel estaba en el jardín de infantes tenía la fama de hacer mucho ruido, pero lo hacía con ritmo. Por eso lo mandaron a estudiar música y eligió el piano porque estaba en la casa de su abuela. Por su parte, Guido no recuerda cuándo fue la primera vez que escuchó un bandoneón, pero tiene la certeza de que quedó compenetrado. Así fue cómo ambos empezaron a estudiar a los cinco años, tocan juntos desde hace tres y es el segundo año que participan del Festival. También fue impactante el desempeño del australiano Oscar Han, de sólo 11 años, ganador del Iguazú en Concierto Audition. Premiado en cada concurso que se presentó, toca el violín como los dioses y se lució con el clásico del compositor italiano Nino Rota para El Padrino. Otra niña prodigio es Yeon-Su Nam, de 13 años, que toca el oboe desde los 9 y emocionó al público con "El oboe de Gabriel", compuesta por Ennio Morricone para La misión, filmada en el mismo espectacular escenario.
Así, con sus remeras inspiradas en la flora y fauna de la selva misionera, diseñadas por los Hermanos Estebecorena, el colorido muticultural fue impactante. "Acá conocés a un montón de gente de otro lado", contó Gabriel Di Paolo, del Coro Canto Libre, de Santa Fe, mientras tocaba la guitarra con un grupo de franceses. "No sé nada del idioma, pero nos entendemos a través de la música", dijo. Un lenguaje universal.
Los chicos tocaban, hablaban y se sonreían. Se comunicaban con la mirada, con los instrumentos, con la pasión compartida. "La música es un medio de comunicación", aseguró Alice Ratsimba, que toca el piano en la orquesta Petites Mains Symphoniques, de Francia. "Es una forma universal de expresión, independientemente del idioma que hables", dijo Spencer White, de 16 años, del Texas Boy's Choir, reconocido por Igor Stravinsky como el mejor coro de niños del mundo. "Cuando toco mi instrumento, me siento feliz", añadió con una sonrisa Chen Xin, que toca el violín chino y antes de escribir su nombre de esta forma lo hizo en ideogramas chinos sobre el papel, para poder traducirlo. Con los demás chicos no fue necesario, con su violín les contó todo lo que hacía falta.
Este desfile de virtuosismo cerró oficialmente con "La Bamba", dirigida por Merenzon. Pero la música no cesó hasta mucho tiempo después cuando, ya de noche, los chicos seguían tocando y cantando ya lejos de las partituras, en conjunto y por grupos, contagiando toda su alegría, talento y pasión. La viva imagen del arte por el arte.

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                                       La música es la herramienta más adecuada para lograr la integración. Es además inspiradora de todo lo necesario para compartir y alcanzar la armonía entre los hombres. Este concierto es una prueba de ello. Sin duda, el futuro acaba de comenzar con este presente maravilloso. ¡Viva la música!  ¡Viva la amistad!